Como todo usuario de ascensores sabe, ninguna puerta de rellano correspondiente a estas instalaciones debe abrirse, si en ese nivel no se encuentra la cabina detenida. Para que esto sea así, cada una de esas puertas cuenta con una cerradura electromecánica. No importa si se trata de puertas automáticas o manuales, ni si estas últimas son tijeras, plegadizas, corredizas o batientes. Todas, con el diseño que corresponda, poseen un elemento que combina un aspecto mecánico con otro eléctrico. Es decir, sólo cuando está mecánicamente trabado mediante el “gancho de doble uña” queda habilitada la parte eléctrica que permite el funcionamiento del ascensor. Si se destraba el “gancho”, queda impedida la cabina de funcionar por la apertura de un contacto eléctrico. Antes de seguir con el tema, vale la pena hacer una aclaración muy significativa: excluyendo las instalaciones que cuentan con puertas automáticas – en las que no hay intervención del usuario para su accionamiento– , en todas las que poseen cualquier variante de puertas manuales, el mayor motivo de accidentes se registra por fallas o mala utilización de las cerraduras electromecánicas. Desgraciadamente hay que añadir que casi siempre los accidentes así ocurridos resultan fatales. De ahí la importancia de comprender el funcionamiento adecuado y el cuidado que debe prodigarse a estos elementos.
Como queda dicho, todo lo que prosigue está relacionado con puertas de rellano de accionamiento manual. ¿Qué debe suceder para que la cerradura se destrabe cuando la cabina está en el nivel del piso? Todas, no importando el modelo, tienen un “fleje” o un brazo con una “ruedita” que al ser oprimido permite el destrabe. ¿Y qué es lo que lo oprime? En la cabina hay un elemento normalmente llamado “patín” o “cama” que es el encargado de esa función. En las instalaciones antiguas, el “patín” es un trozo de madera convenientemente adosado al lateral de cabina, que con el desplazamiento de ésta en su natural recorrido entre paradas extremas, va oprimiendo en su pasaje cada uno de los “flejes” o las “rueditas” de todas las cerraduras de puertas que encuentre en su camino, independientemente de que sea un rellano de destino del viaje o no. Esto provoca, entre otras cosas, que un usuario que desea abordar el ascensor y lo ve pasar sin detenerse en ese piso, con sólo abrir la puerta logrará la detención de la cabina. ¿Pero eso es lo adecuado? No; jamás debe hacerse. Por razones de inercia, desde la apertura –a su vez inexacta en cuanto al momento– de la puerta hasta la detención real de la cabina, difícilmente ésta pare justo a nivel del rellano. Esto es sumamente peligroso, particularmente si el ascensor llevara dirección ascendente. El espacio que queda entre la cabina mal detenida y el piso del rellano, es un nefasto acceso al hueco que ha provocado muchas muertes. En los registros de accidentes figuran caídas de adultos, niños y hasta varios casos de perros. Pero sin llegar a estos casos extremos, ese “tironeo” de las puertas para abrirlas sin la cabina detenida, provoca un desgaste prematuro y rotura de las cerraduras electromecánicas. En el mejor de los casos, si es tempranamente detectada la falla así producida, se reemplaza la cerradura, lo que genera un gasto al consorcio que pudo haber sido evitado con sólo actuar adecuadamente. Peor aún cuando no es descubierta a tiempo y permite –la rotura– abrir la puerta totalmente sin que se encuentre la cabina en el rellano, dejando al usuario irremediablemente frente al vacío del hueco. De más está decir lo que sucede seguidamente en la mayoría de los casos. La solución sobrevino cuando se desarrolló un tipo de patín, que desde hace muchos años se usa, y se convirtió de aplicación obligatoria en instalaciones nuevas, según lo establecido en todos los reglamentos internacionales. En nuestro medio la obligación rige desde el año 1973 y desde esa fecha todos los patines son “retráctiles”. La función es la misma ya descripta. La particularidad es que el patín retráctil viaja con la cabina “retraído”; sólo cuando el control de maniobras, mediante la correspondiente señal eléctrica, le indica que está la cabina detenida en la parada pertinente, se expande y acciona el “fleje” o la “ruedita” de la cerradura electromecánica de ese piso, permitiendo que la puerta se abra. El proceso inverso se da cuando el ascensor es requerido desde otro piso: el patín se retrae antes de la partida y sólo se expande al llegar a él. Queda claro que durante todo el viaje de la cabina, como el patín está retraído, no va oprimiendo en su pasaje los “flejes” o las “rueditas” de las cerraduras de las puertas de rellanos que no son destino de detención. Ello impide que se abra puerta alguna, aún siendo “tironeada” intencionalmente como sucede con el patín fijo. Siendo el patín retráctil un elemento fundamental de seguridad para los usuarios, y que además evita inconvenientes y roturas de cerraduras por mal uso, evitando reposiciones prematuras, no debe dudarse en solicitar su instalación en ascensores que no lo poseen.
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